El fin de la pobreza es el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 1. Concretamente, “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo”. Según Naciones Unidas, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza suponía un 10% de la población mundial en 2015, 26 puntos por debajo del porcentaje registrado en 1990. Se trata de un descenso continuado al que las consecuencias económicas de la pandemia generada por la COVID-19 podrían dar la vuelta.
El Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas apunta en uno de sus estudios más recientes que la situación actual podría “incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más”, es decir, un 8% de la población mundial o, lo que es lo mismo, 3 puntos porcentuales por encima de los comunicados un lustro atrás.
En la misma línea, el Banco Mundial hizo también sus cálculos a finales de 2020. “Se estima que la pandemia de COVID-19 empujará a entre 88 millones y 115 millones de personas a la pobreza extrema este año, mientras que la cifra total llegará a los 150 millones para 2021, según la gravedad de la contracción económica”. Es más, prosigue el organismo en un comunicado, la combinación de la pandemia con las presiones generadas por los conflictos y el cambio climático hará imposible alcanzar el objetivo de poner fin a la pobreza para 2030”. Menos de nueve años para evitar que la tasa de pobreza mundial alcance un 7%.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), por su parte, subraya en su último informe anual, recogido por The Guardian, que “los salarios han caído o crecían más lentamente en todo el mundo durante los primeros seis meses de 2020” y advierte de que “la crisis de la COVID-19 probablemente infringirá presión a la baja a los salarios en el futuro más próximo», afectando “de manera desproporcionada” a mujeres y personas con empleos de precaria remuneración.
Lo de “brecha” se queda corto
A esa “desproporción” le ha puesto cifras ONU Mujeres y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): “Como resultado de la pandemia, unos 47 millones más de mujeres y niñas caerán por debajo de la línea de pobreza”. Según sus propios datos, publicados en el informe de ONU Mujeres From Insights to Action: Gender Equality in the wake of COVID-19, si se esperaba que la tasa de pobreza entre las mujeres disminuyera el 2,7% entre 2019 y 2021, “las proyecciones ahora prevén un aumento del 9,1% debido a la pandemia y sus consecuencias”.
Si bien estas cifras resultan “alarmantes”, subrayan desde el PNUD, el mismo estudio señala que “para sacar al mundo de la pobreza extrema en 2030, se necesitaría solo el 0,14% del PIB mundial”, lo que supone, según cálculos de elDiario.es, menos de 150 millones de dólares al año, los cuales representan “aproximadamente la mitad de los ingresos tributarios que se estima que se evaden cada año en paraísos fiscales”. Una cantidad que podría ser más elevada si los gobiernos no mejoran la distribución de los denominados beneficios del crecimiento; si no apuestan, en definitiva, por políticas de desarrollo inclusivo.