El Día Mundial del Medio Ambiente de 2017 llega calentito. De ello se ha encargado Donald Trump con su abdicación del Acuerdo de París, armando un revuelo cuyas consecuencias todavía son difíciles de calibrar. Que uno de los países que más emisiones de gases de efecto invernadero arroja a la atmósfera se descuelgue del primer gran acuerdo mundial en material medioambiental, no es baladí. Dicen los expertos que, con las cifras actuales en la mano, se podría asegurar que no se alcanzarán los objetivos de frenar el aumento de temperatura, al menos nos quedaríamos a unos 0,3ºC de conseguirlo -y eso es mucho-. Falta por conocer cuál es la alternativa que planteará la administración Trump al Acuerdo de París, porque podrá defender su estrategia pueril, pero algo deberá hacer para mitigar los efectos del calentamiento global. Le guste o no, esté o no esté en el Acuerdo, el cambio climático también le afecta negativamente a los Estados Unidos.
Otro efecto colateral de la postura de Trump es la nueva lucha por el liderazgo ambiental, al menos en el aspecto político. La Unión Europea, con Merkel al frente, pretende abanderar las estrategias responsables con el medio natural, pero está claro que China querrá su protagonismo para imponer sus intereses. Se habla incluso del efecto dominó que puede surgir tras la marcha de los estadounidenses en el tratado de París, provocando que algunas naciones abandonen el barco o se tomen las exigencias del Acuerdo a la ligera.
Con todo, mientras que en EE.UU. aumentan las críticas a la decisión de Trump -Apple, Wallmart, Exxon Mobil, Google, Starbucks, Intel, por ejemplo, lamentan la ruptura (apuntemos la nueva actitud de la empresa ante el medio ambiente)-, la comunidad internacional parece hacer fuerte el consenso de la Cumbre del Clima de 2015 y, por tanto, fortalecen el primer acuerdo global en materia de lucha contra el cambio climático.
Y mientras esto ocurre, el Día Mundial del Medio Ambiente que promueve Naciones Unidas, cuya primera celebración data de 1972, invita a que las personas se conecten a la naturaleza.
En España, según las encuestas del CIS, los problemas del medio ambiente figuran en un puesto testimonial, casi anecdótico. En los últimos años nunca ha llegado a estar entre las diez primeras preocupaciones de los ciudadanos españoles. Queda claro que la invitación de la ONU a que las personas nos conectemos más a la naturaleza, es más necesaria que nunca.
Descubramos que tras la sostenibilidad existen múltiples oportunidades para la germinación de una nueva economía, el descubrimiento de nuevos yacimientos de empleo, nuevas vías para la innovación o grandes fortalezas para la salud del planeta y las personas. Se trata de una vuelta al origen, pero con la lección aprendida, con el sentido común y la innovación como luces que guíen el cambio para protagonizar una sociedad moderna y consciente del impacto de la actividad humana en el cosmos.
La respuesta al reto del cambio climático no está en un despacho, en acuerdos o protocolos, ni siquiera en la cabeza de Trump. Está en las manos de cada una de las personas que vivimos en este planeta.
