InicioMedio ambienteEstrés térmico: así afecta el cambio climático en el trabajo del futuro

Estrés térmico: así afecta el cambio climático en el trabajo del futuro

El proceso de calentamiento de nuestro planeta ya ha iniciado un camino que no tiene vuelta atrás. El último informe del IPCC ya indicaba que el aumento de la temperatura global se encuentra en 1,1 grados respecto a niveles preindustriales. Y no solo eso, el ritmo al que sube la temperatura media se encuentra en un punto sin precedentes. Se estima que a finales de este siglo se haya producido un incremento de 4,4 grados, lo que supone la multiplicación de los fenómenos extremos.

A menos de dos meses para la COP 26, más que nunca cabe preguntarse cómo el cambio climático puede influir en nuestra vida diaria. Puesto que tiene la capacidad de hacerlo mucho más de lo que pensamos. Por ejemplo, en nuestros trabajos.

En el mundo laboral, las temperaturas extremas se manifiestan mediante lo que se conoce como estrés térmico. Se trata de un estado de malestar que se experimenta cuando para permanecer en un ambiente determinado, las condiciones exigen un gran esfuerzo a nuestro organismo para mantener su temperatura interna. Por tanto, a mayor temperatura, mayores riesgos profesionales.

Mayor calor, pérdidas económicas

Este aumento de las temperaturas provocará que el estrés térmico sea un fenómeno cada vez más habitual. Con el principal riesgo que conlleva: una acumulación excesiva de calor en el cuerpo. Esta restringe las capacidades físicas de los trabajadores y puede terminar manifestándose en agotamiento, golpes de calor o deshidratación. E incluso provocar el agravamiento de afecciones previas, como las cardiacas o pulmonares, o trastornos a largo plazo.

La Organización Internacional del Trabajo ha advertido que el aumento del estrés térmico por calor tendrá consecuencias en la productividad de los trabajadores. Y esto supondrá grandes pérdidas. Se estiman unos 70 millones de empleos perdidos en 2030 a causa de esa reducción de la productividad a causa del aumento de temperaturas. Además, habrá sectores que se verán afectados en gran medida, como el de la construcción, del que se prevé que en menos de 10 años, el 60% de las horas perdidas sean a causa del calor extremo. O el agrícola, ya que en el momento de que grandes zonas de cultivo dejen de ser productivas, los trabajadores se verán obligados a cambiar a otro sector.

Y no debemos olvidar la otra cara de la moneda: el estrés térmico por frío, donde el organismo pone en marcha mecanismos para prevenir la hipotermia. Este produce efectos en la capacidad de trabajo como la reducción de la destreza manual y mental. Además, de tener consecuencias en nuestra salud, como lesiones por frío y efectos respiratorios y cardiovasculares.

No podemos esperar

Cuando hablamos de cambio climático, además de las temperaturas debemos tener en cuenta también los fenómenos meteorológicos extremos. En España, tenemos el ejemplo de la borrasca Filomena en varios puntos de la península en el mes de enero, que provocó un golpe a la economía de estas regiones debido a la paralización forzosa de la actividad.

Otra pista de la urgencia con la que debemos tomarnos en serio el tema climático son las inundaciones producidas el pasado mes de julio en varios países de Centroeuropa. Un estudio realizado por un equipo de expertos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Newcastle nos da la clave: en el clima del futuro, no solo habrá un calentamiento global, si no que las tormentas repentinas y de corta duración, que aumentan el riesgo de inundaciones, serán también protagonistas.

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