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«El gallego puede ser una señal de RS pero también de inteligencia comercial»

Anxo Calvo, decano de la Facultad de Economía y Empresa de la UDC

Quizás la vertiente lingüística de la RSC en el tejido empresarial de un país bilingüe donde existe una lengua propia minorizada, implica más que ninguna otra a las personas individuales. Exige compromiso y sensibilidad, exige emplear la lengua más allá de las relaciones informales entre compañeros de trabajo para conseguir normativizarla en el campo empresarial. Sobre el papel de la lengua en la empresa gallega hablamos con Anxo Calvo Silvosa, decano de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidade de A Coruña.

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Anxo Calvo, profesor de la Universidade da Coruña

Si una corporación opta por el gallego en la implantación de su estrategia muestra su compromiso con el desarrollo de la sociedad gallega y cierta sensibilidad con nuestra  realidad lingüística. Comenzamos a hablar entonces de responsabilidad social?
Yo creo que claramente sí. La lengua puede considerarse como una de las dimensiones de la RSC. Desde este punto de vista, el empleo del gallego puede ser una señal de responsabilidad social. Pero, además de eso, es una señal de inteligencia comercial por parte de la empresa que incorpora el gallego como parte de su estrategia. En términos más empresariales, se trata de posicionarse en un mercado en una de las lenguas en que hablan los consumidores. Más allá de la RSC, hablaríamos de hacerse más próxima a una parte de su mercado.

¿Deberíamos distinguir el uso del gallego que hace una empresa en el ámbito publicitario del que es la integración de la lengua de manera transversal?
Cuando hablamos del gallego como parte de la RSC hablamos de su uso con los grupos de interés, que pueden ser internos o externos. Unos serían los clientes, donde podemos encajar el ámbito publicitario. También podemos hacer presente el gallego en la relación con los proveedores (documentación, manuales, etc.). En la comunicación interna, entre accionistas o el personal, incluyendo la dirección, su uso también traslada una determinada posición y mismo apuesta. No podemos olvidar la relación con la Administración, por ejemplo. Hace falta una cierta coherencia con respecto a la lengua de comunicación con todos los grupos de interés. En términos generales, podría ser contraproducente excluir la comunicación en gallego con alguno de estos grupos, pues podría trasladar una señal errónea a los demás.

El gallego puede ofrecer ventajas diferenciales para la empresa. En cambio, ¿el mayor tamaño y/o expansión de la misma pueden ser un obstáculo?
Hoy por hoy puede haber una situación plurilingüe en la empresa con un coste relativamente bajo, debido a que las tecnologías posibilitan que una empresa esté presente en gallego, español e inglés sin necesariamente triplicar los costes de hacerlo con una lengua solamente. A mí no me parece un factor limitador, el gallego añade, suma. Evidentemente, y pensando en un mercado que se extiende fuera de Galicia, carecería de sentido hacer una comunicación solo en gallego para grupos de consumidores no gallegohablantes residentes fuera del país. Igualmente, la misma reflexión sería aplicable al español en relación a mercados donde no se hablara esta lengua.

Hace unos años, el 40% de los trabajadores usaba el gallego para comunicarse entre ellos pero la cifra bajaba al 4% en el uso de la empresa con clientes y proveedores. Es mucha la diferencia, ¿no cree?
A mí me parece, echando mano de viejos conceptos, una situación diglósica clara. Cuando los trabajadores hablan entre ellos de manera informal están en una relación distinta a la del plano de formalidad de cuando ellos se dirigen a los clientes. Lo mismo podemos decir a la hora de escribir. Esos mismos trabajadores que hablan gallego suelen escribir un correo en castellano. Los datos más recientes no los conozco pero a mí me da la sensación de que no hay mucha mejoría. Soy un poco pesimista, tengo la impresión de que va a peor, salvo en contados casos. Sin embargo, carezco de evidencia empírica para pronunciarme de manera más categórica.

Esto nos lleva a afirmar que el gallego no es la lengua visible hacia el exterior de la empresa. ¿Qué medidas se deberían tomar en este sentido?
Hay dos niveles. Por una parte, la concienciación de las personas y la actitud personal de valorar la lengua propia. Por otra, la necesidad de políticas internas en la empresa, probablemente inducidas y apoyadas por los organismos públicos. Se trata de hacer una discriminación positiva, puesto que se trata de un idioma minorizado, que anime a las empresas a dar pasos en esa dirección para superar la situación.

En el tema de la lengua la gente es excesiva e infundadamente cautelosa para no herir sensibilidades. Se asume implícitamente que el español nunca hiere nada o no provoca ningún sentimiento de rechazo; en gallego, en cambio, existe siempre el temor de que alguien pueda sentirse incómodo. Es una situación curiosa y triste.

La población hoy en día no rechaza el idioma, puesto que la mayoría ya fue escolarizada en gallego

Hablando de políticas de organismos públicos, la Xunta de Galicia puso en marcha recientemente el Plan de dinamización del gallego en el tejido económico 2015-2020. ¿Podría hacer una valoración inicial del mismo?
No lo conozco en detalle. Si esta iniciativa es una apuesta del gobierno gallego para superar la situación que estamos comentando sobre el gallego en la empresa, bienvenida sea. No hay duda de que será para mejor, porque la verdad es que la situación es realmente complicada. Pero claro, si los que tienen que aplicar la estrategia no están convencidos de su interés o no la dotan de los medios suficientes, podría provocar aún mayor frustración de la que ya existe en este momento e incluso podría ser contraproducente. Obviamente, hay que ponerse en el primer caso y trabajar para que sea un paso hacia delante en el proceso de normalización de la lengua en este ámbito tan particular.

En el momento actual, ¿cuáles serían los puntos débiles u obstáculos para normalizar el gallego en el campo empresarial?
En gran medida, el problema son las actitudes. A lo mejor seguimos anclados en una vieja idea de que el gallego puede restar en lugar de sumar. Hay muchos miedos infundados a ser rechazado por los clientes, por ejemplo. Y esto no tiene que ser necesariamente así. La población hoy en día no rechaza el idioma, puesto que la mayoría ya fue escolarizada en gallego. Lo ven como algo neutral y normal. Un ejemplo, aunque queda mucho que hacer, son la Administración y la Universidad. A nadie le parece raro que se le envíen comunicaciones en gallego: se pone la atención en el mensaje y no en el código en que está escrito.

Hace falta recordar que usando el gallego no estás haciendo bandera de nada, solo estás llegando a la gente en su idioma. Por ejemplo, los gerentes de San Luis comenzaron a usar gallego por pragmatismo: la lengua era un factor de diferenciación de otras cadenas y el cliente compraba sus productos porque los identificaban con Galicia. Otro caso es R Cable. ¿Alguien percibe algún componente ideológico en el uso del gallego? No. Todo el mundo entiende que cuando llamas a su servicio técnico te atiendan en gallego.

Esta entrevista ha sido realizada en gallego. Puedes leer la versión original aquí.

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